jueves, 3 de diciembre de 2009

A José María


Quise decirte algún día,
lo que yo de Ti admiraba,
aunque de ideas enfrentadas,
reconocí tu valor,
tu honradez política y humana.

Odiaste la injusticia
viniera de donde fuera,
no pudiste soportar que las armas
hablaran antes que la palabra.


Creías en el hombre,
a pesar de que ellos te mataran,
siempre la razón y la palabra
eran tus mejores armas.


Creíste en la juventud,
les enseñaste y amaste,
Eran según tú,
los valores y la cultura del mañana.


Expusiste tu vida
incluso por lo que no creías,
defendiste a hombres y mujeres
de la injusticia humana,
a cambio dabas tu vida
sin pedir nada
a los hombres que salvabas.


Nunca te escondiste,
pudiendo salvarte,
te condenaron a muerte,
no por la sangre, que nunca vertiste,
sino por lo que creías justos ideales.


Valedores te salvaron,
que antes tú salvaste.
Desterrado fuiste
de tu querida Patria,
soportaste con entereza
esa odiosa represalia
y allí donde fuiste
seguiste haciendo
lo que tu conciencia mandaba.


Yo nunca te oí hablar con odio
de los tiranos que mandaban,
yo creo, que hasta los perdonabas.


Si ahora me oyes, allí dónde estés,
tienes que saber que tarde,
pero lo has logrado.
La justicia se impone ante la sin razón, tu ejemplo persiste,
y los jóvenes y mayores
que hoy estamos aquí
te rendimos homenaje,
para que la posteridad te recuerde por tus virtudes.



Juan Antonio Aguilar Abad



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